Corren a abuelita y ahora vive en una camioneta en San Pedro

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Tras ser corrida de su casa, Vicenta Gómez Vera, de 88 años de edad, ahora vive dentro de una antigua camioneta prestada, en las calles de San Pedro.

Durante toda su vida habitó en un predio que, cuenta, le dejó su padre en la colonia Los Sauces, sin embargo, sus familiares la sacaron de ahí.

«Ese terreno, cuando mi padre ya estaba muy malo dijo para quién y quién era, y se adueñó mi hermano y una sobrina de él”, compartió.

Una pequeña hielera, mantas, ropa, y demás pertenencias, acondicionan el vehículo que desde hace más de un año es su hogar.

Y aunque algunos familiares le han ofrecido refugio, doña Vicenta prefiere permanecer estacionada afuera del terreno en disputa.

Antes de que le prestaran la unidad llegó a dormir en un área sin construir del predio, al aire libre y sin ningún tipo de protección.

«La camioneta es de un sobrino, y cuando hizo frío y llovió me dijo ‘no, tía, yo quiero que se acueste ahí’, hasta me dio una camita y ya tengo mi almohada y mis cobijas.

“Yo antes dormía a la intemperie, me tapaba con un hule, está muy solo ahí y el patio ya está lleno de hierbas”, recordó.

Para alimentarse, doña Vicenta recibe apoyo ocasional de sus vecinas, quienes no dudan en darle un platillo casero y recién hecho.

Si el día lo amerita, dice, va a comprar de comer en el centro de la Metrópoli con la pensión que recibe del gobierno Federal.

“Yo voy con las vecinas y ya me dan de comer o desayunar y yo les llevo algo, y si no, me voy a Monterrey porque me gusta mucho andar en los restaurantes, pero están caros, un pan con mantequilla y café en $58 pesos, pero no reniego porque gracias a Dios no me ha faltado”, comenta la mujer.

Todos los días después de despertar, doña Vicenta sale de la camioneta y va al predio que le dejó su papá, y aunque no puede entrar a la vivienda construida si  trata de limpiar el terreno, riega sus plantas y reza en el altar que ella misma construyó.

Siendo una católica devota, carga a todos lados un crucifijo, y cuando termina sus actividades se dirige a la iglesia cercana para pedirle a Dios que su situación mejore. Con información de el Horizonte